1931, Lunes, 2 de febrero
Me parece que estoy apunto de terminar Las olas. Creo que quizá la termine el sábado. Es sólo una nota del autor: jamás me he estrujado tanto el seso para escribir un libro. La prueba está en que soy casi incapaz de leer o escribir otra cosa. Sólo puedo descansar a mis anchas al término de la mañana. Oh, Dios, qué alivio cuando termine esta semana, y tenga por lo menos la sensación de que he conseguido lo que quería y he terminado este largo trabajo, y la visión ha llegado a su fin. Creo que he conseguido hacer lo que quería hacer; desde luego, he alterado el proyecto considerablemente; pero tengo la sensación de que he perseverado, directa o indirectamente, en decir ciertas cosas que me proponía decir. Supongo que cabe la posibilidad que haya empleado tanto el método indirecto que el libro sea un fracaso desde el punto de vista del lector. Pero da igual, de todos modos es un valeroso intento. Algo por lo que he luchado, creo. Y, luego, la delicia de la liberación, la delicia de poder holgar, y de no estar preocupada por lo que pueda suceder; y luego podré leer de nuevo con toda atención, lo cual es algo que me atrevo a decir no he hecho en los últimos cuatro meses. He tardado dieciocho meses en escribirlo, y me parece que no podremos publicarlo hasta octubre.