Miércoles, 20 de junio
Estoy tan harta de Orlando que no puedo escribir. He corregido las pruebas en una semana; y no puedo escribir una sola frase más. Detesto mi propia fecundidad. ¿ Por qué hay que estar siempre soltando palabras a chorro? También he perdido mi capacidad de leer. Corregir pruebas durante cinco, seis y siete horas diarias, escribir meticulosamente esto o aquello, ha dañado gravemente mi capacidad de lectura. Después de la cena, he cogido a Proust, y lo he dejado. Es el peor momento. Me dan ganas de suicidarme. Parece que no se puede hacer nada. Todo parece insípido y sin valor. Ahora esperaré y contemplaré mi resurrección. Me parece que leeré algo, la vida de Goethe, por ejemplo.