Martes, 22 de agosto
La manera para volver a ponerse a escribir es la siguiente. Primero, leves ejercicios al aire libre. Segundo, lectura de buena literatura. Es un error creer que la literatura puede producirse partiendo de materiales no elaborados. Hay que quitar la vida de en medio -ésta es la razón por la que tanto me desagradan las interrupciones de Sydney-, una debe adquirir calidad exterior; muy, muy concentrada, toda ella centrada en un punto, sin verse obligada a basarse en las desperdigadas porciones de un personaje, que vive en el cerebro. Sydney viene, y yo soy Virginia; cuando escribo soy tan sólo una sensibilidad. A veces me gusta ser Virginia, aunque sólo cuando estoy dispersa, diversa y gregaria. Ahora, en tanto nos encontremos aquí, me gusta ser sólo una sensibilidad. A propósito, da gusto leer a Thackeray, muy vivo, con «toques», como los llaman los Shanks, pasmosamente certeros.