Martes, 7 de julio
Cuán bueno es buscar alivio a este trabajo de incesante correción (estoy haciendo los interludios) y escribir unas cuantas palabras descuidadamente. Mejor sería todavía no escribir; pasear por los campos, impulsada por el viento como los cardos, y tan irresponsablemente como ellos. Y hurtarme a este duro nudo en el que mi cerebro ha sido tan prietamente liado; me refiero a Las olas. Esto es lo que siento a las doce y media del martes día 7 de julio -hermoso día, creo-, mientras todo lo que nos rodea, esto es lo que dice la etiqueta que llevo dentro de la cabeza, es hermoso...